Son pocas las referencias que se conocen del Timple de principios del siglo XX, este artículo desvela una parte importante:
Los primeros constructores de los que se tiene noticia y los tocadores más destacados de la isla de Lanzarote.
UN TIMPLE DE 60 AÑOS
IGNACIO SIMÓN BONILLA, SU PROPIETARIO, HABLA DE SUS ANDANZAS CON SU PEQUEÑO INSTRUMENTO MUSICAL
En Las Palmas de Gran Canaria nos hemos tropezado con un paisano, que lleva residiendo en la isla aproximadamente unos 56 años. Es conejero de tierra adentro, de pura cepa… Su único acompañante cuando hizo las maletas, fue su «timple» que aún a pesar de los años transcurridos conserva en su casa, como una auténtica reliquia, como recuerdo imborrable de una juventud allá por los años 1915 al 1920, como objeto —quizás— de añoranzas; él lo ve día a día y siempre —según nos dice— está exactamente igual, no cambia en el devenir de los tiempos… pero es un timple con mayoría de edad y que por aquella época, le había cos-tado 5 PESETAS, un duro de plata. Nació don Ignacio Simón Bonilla, a principios de siglo, por la zona de la Peña del volcán de don Luis en Tiagua (Volcán nuevo). Luego, años más tarde, pasó a vivir a la villa de Teguise, donde a los ocho años ya hacía sonar el timple; aprendió a tocar solo, rasgando las cuerdas, de un viejo timple que le había regalado su padre. Hablamos con el señor Simón.
—¿Había grupos folklóricos por aquella época?
Por aquel entonces, no habían grupos. Se reunían 4 ó 5 amigos y formaban una parranda para luego ir a tocar a los-«bailes de candil».
—¿Puede explicarnos cómo eran los «bailes de candil»?
En Teguise, los bailes de candil se hacían en casa del señor Manuel Reyes «Corujo» y también en la casa de Gabriel Luz. Se tocaba con timple, gui-tarra y bandurria, comenzaban a las nueve de la noche y terminaban a las 4 de la madrugada, hora en que salíamos a dar «serenata» por todo el pueblo, llevábamos una botella de «caña»… Los hombres, durante el baile, esperaban fuera del salón, hasta que le llegara el turno de pasar a bailar: A mí particularmente los más que me gustaban, eran los bailes que se hacían en Tiagua, en el Casino de don Víctor Cabrera. También más tarde don Frasco Morales, en Tiagua, hizo otro casino nuevo, que estaba frente a la «cancela del Cortijo del Patio».
—¿Qué nos puede decir sobre la denominación del timple?
Bueno, de eso le puedo decir que había gente que le llamaba «Tiple», pero la mayoría le llamábamos Timple.
-—Por aquellos años, ¿quién construía los timples?
El más conocido era el señor Morera, de Arrecife, y luego, años más tarde, Simón Morales, en Teguise.
-¿Había buenos tocadores?
Que yo recuerde, los mejores eran don Ángel y don Melquíades Spínola, que tocaban la ‘bandurria y la guitarra y maestro Simón Bonilla (padre), haciéndolo con la guitarra y de primera voz.
—¿Qué otras manifestaciones musicales habían?
Estaba la banda de música y los «ranchos floridos».
—¿Nos puede hablar sobre ambos?
Sí. Bueno, la banda de música, era con instrumentos de viento y estaban para acompañar a las procesiones religiosas de las fiestas de los pueblos; también tocaban en las plazas públicas y en los «paseos». Tenían muchos componentes y el director por aquellos años era don Ángel Spínola, Salvador Jiménez tocaba el cornetín y bajos, Domingo Robayna la trompa. Segundo Perdomo y Bernardo Méndez tocaban el clarinete, Rafael Díaz lo hacia con el trombón, mi hermano Santiago muchos más, que ahora no recuerdo.
—Y sobre los «ranchos floridos», ¿qué nos puede decir?
Eran parrandas, que cantaban por Pascua, el «Santo Domingo», «endechas», «divinos» y «corridos». Habían varios «ranchos» en Teguise, pero el más destacado era el de Manuel Gallego, señor Pepe García, Manuel y Saturnino Reyes y varios chicos. Este «rancho» es el que tocaba en las «misas de luz». Nochebuena que era cuando le brindaban al «niño» sus canciones, iban vestidos con atuendos de pastores. Terminaban con el día de Reyes cuando corría la estrella (dentro de la iglesia) y que la hizo don Pedro Ramírez. También eran muy buenos, los «ranchos floridos» de Tao que estaba dirigido por el «Cabo Morales» y el de Los Valles.
Dejamos ya la conversación con nuestro paisano porque lo encontramos un poco cansado y no queremos molestarle más. El señor Simón, nos ha hablado de «los ranchos floridos», «bailes de candil», «banda de música» y variadas manifestaciones que por los años veinte, se daban en la villa de Teguise, en Lanzarote.
JESÚS M.» PERERA
El Eco de Canarias 14-07-1976 Pag 12
Artículo obtenido de Jable Archivo de Prensa Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria