El tiple en las fiestas de Gran Canaria del siglo XIX

Domingo J. Navarro (1803-1896)
Domingo J. Navarro (1803-1896)

En Gran Canaria el tiple (timple) estuvo presente en muchas fiestas a lo largo del siglo XIX según hemos podido comprobar en el libro del ilustre periodista, médico, escritor y cronista de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria: Domingo José Navarro (1803-1896).

Su obra Memorias de un Noventón nos ayuda a comprender una etapa crucial en el desarrollo de una ciudad como Las Palmas, y nos acerca el día a día de sus habitantes, sus costumbres y tradiciones más comunes.

Hoy hemos querido traerles sólo dos ejemplos de estas fiestas.

Fiestas de La Naval

Mapa de La Isleta en el sXIX

Durante siglos, hasta 1883 La Isleta fue un lugar desierto, muy tranquilo, apartado y separado de Las Palmas por la belleza de unas inmensas dunas que dominaban todo el paisaje del istmo de Santa Catalina, lo único que existía eran unas pocas casas, la fonda, el Castillo y la Ermita de La Luz.

Pero durante un día al año, la mirada y el pensamiento de los habitantes de nuestra isla se dirigía hacia La Isleta, porque el segundo sábado de Octubre, se celebra la Fiesta de La Naval en honor de la Virgen de la Luz, patrona general del Puerto y alcaldesa mayor de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Ese día se rememora la victoria sobre la flota inglesa del corsario Francis Drake, el 6 de Octubre de 1595, en la bahía de La Luz. En esta batalla, los canarios evitaron que los ingleses desembarcaran en la orilla de la playa gracias a la artillería y al amparo de la Virgen de La Luz. Esta sonada victoria se ha conocido históricamente como “La Naval”.

La fiesta era religiosa y durante algunos años se celebró en la Catedral, pero en los primeros años del 1600, comenzó la celebración de “La Naval” en La Isleta.

Domingo J. Navarro la describe en el siglo XIX de la siguiente manera:

«Esta fiesta ha perdido mucho desde que el solitario Puerto de La Luz se ha poblado (1883). Aquel desierto arenoso se convertía el sábado de La Naval en una población de ventorrillos y tiendas de camañas. El resplandor de la ermita profusamente iluminada, las hogueras de la plaza, los faroles de los ventorrillos y de las tiendas, los numerosos hachos encendidos, los cohetes y ruedas de fuegos artificiales, los infinitos sonidos de tiples y guitarras, los bailes improvisados en cada sitio vacío, y las carcajadas e interjecciones de los que pedían de comer y beber, formaban un conjunto fantástico que no me es posible describir»

Fiestas del Pino

En otro capítulo de su libro Memorias de un Noventón, Domingo J. Navarro nos cuenta su experiencia sobre la fiesta de La Virgen del Pino, donde volvemos a ver el uso del tiple en las fiestas del Pueblo.

«La renombrada fiesta del Pino debía su fama a la enorme concurrencia de los pueblos atrídos por la muy arraigada devoción a la milagrosda imagen de la Virgen, aparecida desde remotos tiempos en un pino entre dos esbeltos dragos. Fuera de la esmerada solemnidad del culto dentro del precioso y alegre templo y de las infinitas promesas que se cumplían, no había que pedirle a la fiesta otra cosa que el continuo y desapacible sonido de guitarras y tiples, el interminable bailoteo, los desacordes cantares …»

Podemos deducir de esta magnífica obra, que el timple ya estaba bastante arraigado en las fiestas principales de Gran Canaria en el siglo XIX, y que formó parte importante como instrumento de la parranda junto a la guitarra. Desde luego que para llegar a ostentar la categoría de instrumento identitario, una solera como esta es necesaria.

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