En la década de los noventa, José Antonio Ramos, Benito Cabrera y yo, de la mano de Miguel el Colorado (mi casi tocayo de nombrete), nos acercamos al Gobierno de Canarias con la propuesta de introducir el timple en el conservatorio. Recuerdo que tanto Jose como yo llevábamos una hoja doblada en el bolsillo donde teníamos apuntadas las ideas que queríamos exponer; cuando Benito echó mano a su maletín y extrajo un manojo enorme de papeles escritos con letra bonita donde había un proyecto curricular bien presentado, adaptado para el timple de otros proyectos curriculares de diferentes instrumentos similares, nuestras hojitas de ideas se empequeñecieron, no por pequeñas ya que las ideas eran mucho más grandes y novedosas que el papel, más bien fue debido a que, si los políticos del momento no mostraron interés en un proyecto correctamente presentado en época de crecimiento económico donde el dinero parecía caer del cielo, era debido a que no estaba en sus planes, o tal vez que no era el momento. Continúa leyendo El timple en el conservatorio
Categoría: Historia del Timple
Discografía del Timple: Por Daniel Morales Pérez.
En el día de hoy, con la publicación del trabajo discográfico: Timples y Otras Pequeñas Guitarras del Mundo, se termina una importante labor desarrollada por nuestro compañero Daniel Morales Pérez.
Durante año y medio Daniel ha querido compartir con todos nosotros una parte de la historia del timple a través de su discografía.
Esta recopilación contiene información de casi ochenta discos, lo cual nos ha permitido hacer un viaje cronológico desde aquellos discos de vinilo que grabaron los primeros maestros de nuestro instrumento hasta los actuales discos compactos. En cada entrega se ha dispuesto información relacionada con: temas, autores, fotografías de la portada y contraportada, año de producción, informaciones adicionales y, en algunos casos, enlaces externos para poder escuchar los temas o vídeos relacionados con ellos.
Desde la Asociación del Timple Canario queremos poner en valor el trabajo desinteresado de Daniel Morales Pérez y felicitarlo por ello.
Juan Lemes (El Timple de Calabaza) 3° parte
«Nacido en Tao» de la pila de Teguise», en Lanzarote, Juan Lemes es un artesano que empezó con 15 años y a los 72 sigue haciendo múltiples trabajos, especialmente con madera. Ha construido barcos y chalanas, molinas de gofio y, sobre todo, hecho muchos timples de calabaza de su invención.
La Vegueta es la aldea donde Juan Lemes Lemes vive en la actualidad desde que se fue para casarse con 25 años, tras un largo noviazgo («Estuve hablando con mi mujer 10 años», dice él). En Tao, asegura,»éramos la familia más pobre: mi padre era caminero, empleado de Obras Públicas para la carretera y yo estuve en el colegio hasta los 14 años». Entonces, ya con 15 años empezó ir a Teguise «en un burro a la escuela de artesanía de Simón Morales Tavío, el que hacia los timples». Aunque lo pusieron a hacer loza de barro (lo que llaman «el picadillo canario, una especie de talla») se fijaba en el citado maestro Simón y hacía algún Timple por su cuenta, sólo «mirando» para aprender. Pasaron algunos años, de eso hace unos 40, cuando un día encontró el mástil de un timple y no tenía donde adaptarlo, así que» se me ocurre adaptarlo a una calabaza». Así inventó el timple de calabaza, que desde entonces construye y vende con éxito.
Pero a lo largo de su vida profesional, Juan Lemes ha llevado una larga trayectoria como carpintero de especialidades muy diferentes. Trabajó 12 años como carpintero de ribera haciendo barcos y ahora aún fabrica pequeñas embarcaciones de tres metros: «estoy haciendo chalanas de chapa marina; incluso tengo ahí chapa marina y una popa -señala al interior del taller, que como soy artesano con carnet me voy este año a la feria de Mancha Blanca y voy a hacer alli una demostración de cómo se hace una chalana». Su aprendizaje para convertirse en carpintero de ribera lo sitúa «trabajando en Arrecife con maestro Tito, un carpintero fabuloso que ya murió, primero en el Charco de San Ginés, al lado del Cabildo viejo. Ahí hacíamos barcos de 15 y 20 metros».
Cabotaje a La Palma
La madera la iba ha buscar personalmente a donde iban «barcos de vela y de motor que había; de vela quedaban pocos, como el sobrino, que daba algún viaje de cabotaje y traía. Llegué a ir dos veces. Pero había trabajado allí también seis años», precisa, como encargado de un taller de carpintería y tuvo la ocasión de ejercer como carpintero de ribera: «trabajé en el Fausto, un barco que se perdió en Venezuela. Lo hicieron unos señores que eran muy amigos míos, los Hidalgo, en Santa Cruz de La Palma. Ese barco se reparó sin tirarse al agua tres o cuatro veces, porque lo hicieron y estuvo muchos años ahí en seco, pasaba de un señor a otro que también lo vendía». De regreso a Lanzarote llegó su periodo con maestro Tito y de ahí «me fui a trabajar al hotel Las Salinas haciendo unos moldes en el techo que se pueden ver todavía». Pero donde más estuvo ejerciendo fue en el Museo Agrícola de Tiagua: 20 años, hasta su jubilación, fabricando «la molina, el molino que tiene 20 metros, la tahona y todo lo que es de madera, aperos del campo, etc.». y pese a todas esas actividades, nunca dejó de hacer timples («A mi me encantan más estos timples de calabaza porque son más dulces») y «otras cosas»: arreglando toneles; haciendo carros para romerías; de relojero también, «bueno,ya no porque tengo un ojo operado y no veo mucho, pero si el reloj es grande…», concluye riendo.
Madera hasta en las clavijas
Para construir sus timples de calabaza, Juan Lemes emplea distintas clases de madera. La caja de resonancia, por supuesto, es la mitad de una calabaza; pero en la tapa pone pinsapo dulce; en el puente, palosanto, moral o haya; el mástil es de» cualquier madera que sea noble para que no se empane, como morera o caoba»; y las clavijas… su maestro las hacia de hueso, ahora las hay mecánicas o de plástico, «pero a mí no me gustan ni mecánicas ni de plástico: me gustan de madera», y señala unas que hace el de limonero y otras de caoba.
1. A secar y a remojar
La calabaza se recoge cuando empieza a amarillear y se seca al asombra, a continuación se corta por la mitad, obteniendo la caja de resonancia para hacer dos timples, y se pone de remojo un día con agua.
2. Raspilla al interior
Después se le quita todo lo que tiene dentro la calabaza con una raspilla «hasta dejarla lista», repasando por último con una lija. Se corta el cogotito y se adapta bien al mástil que se haya preparado.
3. La tapa
Lo siguiente es ponerla tapa de pinzapo dulceo un cedro especial), hacerle la boquilla, poner el puente y hacerla escala para que afine, poniendo los trastes.
4. Acabado
Para terminar, repasa todo con la lija, coloca las clavijas y las cuerdas y lo toca para comprobar su sonido.
Diciembre 2005 Ruta Archipiélago pag 14
Artículo obtenido de Jable Archivo de Prensa Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Juan Lemes (El Timple de Calabaza) 2° parte
Llegamos a La Vegueta, después un buen trecho de transitar por tierras de Tinajo, y una vez allí, de improviso, tropezamos con alguien que conocimos hace mucho tiempo, en las primeras confrontaciones luchísticas de los inicios de este noble deporte de Canarias. En aquellas reuniones llamaba la atención por su aspecto. Se había dejado greñas y por entonces era considerado como un «bicho». Algo tenía que tener detrás de ese aspecto fuera de lo común y con el tiempo lo ha demostrado. Como cualquier artista tras esa forma de ser y ese aspecto algo suigéneris, Juan Lémes, refugiado en su taller nos ha enseñado una industria original, distinta, sin semejanzas, algo que no conocíamos, algo nuevo para nosotros, aunque lo intuíamos por la sintonía del timple conejero, con el que cantaron tantas voces. Y distinto como él también tenía que ser su obra. Sus timples nada tienen que ver con los de Simón, el viejo artesano de Teguise, ni si quiera en su configuración arquitectónica. Entramos en su taller, despacio, sin pedir casi permiso, procurando no interrumpir y encontramos a un hombre con una calabaza entre las manos, atravesada por un mástil y a fuerza de maña y arte va tensando las cuerdas que después arrancarán al vacío sonidos variopintos que mueven nuestra imaginación y desatan la alegría.
Es una calabaza distinta es la llamada calabaza de agua.
¿Cómo se te ocurrió este invento?
Hay que partir una calabaza en dos tapas, dejarle la forma tal como está, ponerle un mástil con una escala y después, ponerle las cuerdas y dejar que suene.
– ¿Tu ya habías hecho alguna prueba?
Yo había hecho timples del otro tipo, siguiendo el otro sistema, esto fue una prueba que me dio por hacer a mí.
– ¿Y tienen demanda, te hacen muchos encargos?
Si me dedicara a hacer timples estaría todo el día. Vendo una barbaridad. Voy a las ferias y Vendo ocho, diez o los que puedo llevar, no vendo más porque no tengo.
– Pero allí estamos viendo otros instrumentos que haces.
Es una bandurria, aunque está a medias.
– Y de cada calabaza, sacas dos timples.
Dos timples. Se le quita la cabeza y luego se Corta por la mitad.
– ¿Y cómo surgió, porque la caja del sonido es esencial, fue por pura casualidad?
Yo había visto uno, pero estaba sin cuerdas y sin nada, era media calabaza y estaba clavada en un mástil, pero no sé donde la encontré y entonces pensé; voy a hacer un timple de calabaza a ver que resultado da y el resultado fue fabuloso.
– ¿Cuantos timples ha hecho Juan?
Más de doscientos he podido hacer, hasta Fraga Se llevó un timple de calabaza.
– ¿Explíquenos, qué personalidades le han Comprado timples?
Un teniente coronel de la Guardia Civil se llevó otro, se lo regalaron. Un día vinieron los guardias me lo encargaron y se lo llevó.
– También nos han dicho que tu eres escultor, ¿Qué tipo de esculturas haces?
De vez en cuando hago algunos bocetos, pero no, salen feos, como escultor no soy muy bueno, empecé hace poco tiempo.
– ¿Y quién ha sido tu maestro?
El primer maestro que tuve fue Simón Morales, que fue el que me enseñó a tallar, en la Villa de Teguise. Yo soy de Tao, iba a la Villa en burro a aprender a tallar, cuando Simón tenía la escuela de Artesanía en la Veracruz, que: se la montó García Escámez.
– ¿Ibas desde Tao en un burro?
Sí señor, durante dos años y medio. Allí aprendí a tallar, luego lo dejé, porque la vista me falló, empecé a trabajar de carpintero; estuve trabajando doce años de carpintero de rivera y construía los barcos aquí, en mi casa. También, trabajo de tonelero, preparo las escopetas, hago culatas, sueldo, tengo una relojería, hago cuchillos canarios… –
– Precisamente ahora estas haciendo uno.
Lo quiero para hacer un regalo.
– A parte de todas estas cosas…
He trabajado en el Coto de José María Barreto durante doce años haciendo los molinos que están en Tiagua y las tahonas.
– ¿Y nadie te ha enseñado, sólo Simón?
Él fue el primer maestro que tuve, pero luego trabajando de carpintero de rivera si tuve otro, Evaristo González, Tito y trabajé con él doce años, pero yo venía ya de La Palma y había aprendido un poco de rivera en La Palma.
– ¿Esto ya se está perdiendo?
Eso ya no sirve de nada. Aquí ya no hay nada que hacer. Aquí solo quedan cuatro carpinteros de rivera, cuatro trabajando.
– Cuatro y tú.
No, yo ya no me cuento.
– Lo tuyo son los timples.
Es que yo ya no puedo trabajar mucho porque tengo una pierna fastidiada.
– ¿Que edad tienes, Juan?
Sesenta y dos años.
– Eres joven hombre. A Juan lo conocimos hace muchos años en la luchada y siempre iba con la misma melena.
Claro (y se ríe), de toda la vida la tengo, desde que se decía antes que los peludos eran maricones (y vuelve a soltar otra carcajada). Antes, los que tenían los pelos largos y se ponían una chaqueta blanca, eran maricones. Y ahora es al revés, se ponen un moñito detrás, como los toreros.
– Cuéntanos, Juan, una cosa graciosa que te haya ocurrido cor estos temas.
Muchas, me han pasado muchas cosas. No sé.
– Tu hacías los timples para tener una justificación para la «juerguita»
También hice una guitarra de concierto a Domingo Corujo, pero no de calabaza. Además, hicimos una guitarra que él tendrá con el pico, incluso él parece que en Tenerife la estuvo modificando y creo que la patentó en Francia.
– ¿Y en qué estas trabajando ahora?
En Tiagua estoy haciendo un telar, un armario para poner vinos de todas las islas, con etiquetas de las distintas bodegas, un mueble largo de tres metros.
– Tu que de siempre has sido un canarión, con el gofio, los productos del campo ¿Nunca te dio por luchar?
Sí luché un poco, pero era malo, me alcanzaron muchos leñazos (y se troncha de risa), pero tuve un hijo que estuvo luchando hasta el otro día, Ricardo Lémes.
– Pues ha sido una alegría encontrarnos con Juan Lémes, artista de La Vegueta.
A mí no me gusta mucho la publicidad, más bien estas cosas han sido por Pepe, el hijo de José María Barreto que está en el departamento de Cultura del Cabildo (el de la barba, ¿Lo conoce?). Él siempre está «Lémes que salgas en la televisión», y me promociona continuamente..
Hombre pero tu eres un artista y a la gente de la tierra hay que darle el valor que se merece. Para nosotros ha sido un gusto venir a La Vegueta y charlar con Juan Lémes, aquel que iba a la lucha con el pelo largo y no por que fuera «marica», sino por que le gustaba, desde que era chinijo. Es siempre gratificante encontrarnos con nuestra gente que va » escribiendo la historia, porque la historia no la escriben solo los grandes, sino los que con su trabajo se engrandecen a sí y a la Isla.
24-10-1996 La Voz de Lanzarote pag 9-10
Artículos obtenidos de Jable Archivo de Prensa Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Juan Lemes (El Timple de Calabaza) 1° parte
Juan Lemes nacido en 1933 en Tao (Lanzarote), fue un artesano que comenzó con 15 años en la Escuela de artesanía de Simón Morales Tavio.
Dedica su vida a múltiples trabajos relacionados con la artesanía, especialmente con madera. Construyó barcos, chalanas, molinas de gofio y, sobre todo, por lo que llegó a ser más conocido fue por sus Timples de Calabaza.
Me hablaron de Juan Lemes (Teguise 1933), como el mejor artesano que trabaja la madera, y pude comprobarlo. Un manitas que ha construido molinos y barcos, tahonas, telares, toneles…; y el único que construye Timples de calabazas de agua. Aprendió a trabajar la madera con el gran constructor de timples Simón Morales Tavio, el cual le enseñó la talla del picadillo canario. Arregla cualquier cosa, y construye sus propios artilugios mecánicos, pero sólo moldea con formones, cepillo, asuela, etcétera. Con doce años ya enlañaba cerámica, y desde entonces dedica buena parte de su tiempo a trabajar con sus manos todo lo que contenga madera. Le encanta hablar de la artesanía popular y cree que es bueno que se enseñe a las nuevas generaciones, «lo que hoy muchos desconocen de nuestras cosas». Me habla de su trabajo y durante la conversación descubro su enorme bondad, la mayoría de su trabajo, en la construcción de timples, cuchillos canarios, figuras de madera y otras cosas, las regala como una forma altruista de entender la amistad, apenas cobra un trabajo si no es de gran envergadura. Reencontramos de nuevo una parcela de nuestra historia, donde la magia de lo antiguo te hace revivir en la nebulosa de la memoria, los recuerdos del antaño emprendedor de nuestros padres y abuelos cuando ellos mismos hacían sus propios aperos de labranza, trenzaban sin dificultad el pírgano para hacer cestos, o hacian las vasijas de barro, o tantas cosas recordadas casi con seguridad en estos días que dura la feria de artesanía. Juan Lemes nos enseñó su trabajo en el cortijo «El patio» de Tiagua, la espléndida tahona reconstruida y el molino con un acabado sensacional. Su gran preocupación es no tener más tiempo para dedicarse con todo su arte a tallar, construir, reconstruir, arreglar,crear en definitiva todo aquello que ha aprendido durante años, 56 ahora, y que ninguno de sus ocho hijos ha seguido cultivando. Pero no puede permanecer mucho tiempo de pie, problemas de circulación le impide desarrollar su trabajo como él desea. Si de carpintero de Ribera ha pasado incluso a «jugar» con aparatos ultraligeros, no desaprovecha la ocasión para seguir «jugando» con la caoba, la morera, el moral, el laurel de indias, y desaconsejar a su pierna que le pide descanso. Juan Lemes estará estos días en la feria de artesanía de Mancha Blanca, en una de las pocas ocasiones que podremos ver construir, y comprar quizás, un timple de calabaza.
16-09-1989 La Voz de Lanzarote pag 57
En La Vegueta, pueblo de grandes nombres a lo largo del tiempo, destaca la figura de Juan Lemes que lleva viviendo en el pueblo 48 años. Casado y con 8 hijos, este trabajador nato aprendió a tallar en el pueblo de Tao, hasta donde se trasladaba en un burrito. Más tarde, y bajo las lecciones del Maestro Simón Morales perfeccionó este arte durante dos años. Sin embargo, y desde hace ya mucho tiempo, su mayor afición es la elaboración de timples y bandurrias de calabaza. Su renombrado prestigio en esta labor le lleva a recibir encargos para la fabricación de estos instrumentos musicales que no comercializa. Sólo una vez al año, en la feria de Los Dolores, presenta 5 ó 6 timples para su venta. Por otra parte, «no siempre hay calabazas, por esta razón es un poco dificil mantener una producción continuada», explica Juan Lemes. La recogida de las calabazas que se emplean en la construcción de timples tiene que producirse en el momento justo. Además, es necesario que sea secada a la sombra para que adquiera el nivel justo y esté curtida a la perfección. Juan invierte un día y medio en la realización de un timple. Los materiales que emplea son principalmente, el pinsapo dulce para la tapa del instrumento, la caoba para el mástil o brazo, y haya o plátano para la pieza trasera. La afición de Juan Lemes por los trabajos manuales es tal, que también fábrica cuchillos y culatas de escopeta. «Este es mi trabajo. Llevo toda mi vida dedicándome a esto. que, por supuesto, es lo que más me llena. Por otra parte, no podría vivir en un lugar mejor. La tranquilidad y la calma de La Vegueta hacen de este pueblo un sitio idóneo en el que vivir», afirma Juan Lemes.
13-07-1995 La Voz de Lanzarote pag 15
Artículos obtenidos de Jable Archivo de Prensa Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Michael Collins (Astronauta) Tocando el Timple
Como primera etapa de un extenso viaje por casi todo el mundo, los tres primeros astronautas que viajaron a la Luna hicieron escala en Gran Canaria. Ocurrió en octubre de 1969.
Según cuenta la prensa de la época, el fin de semana en Gran Canaria significó para ellos un apetecido descanso en el corto intervalo entre el viaje a la Luna, su posterior cuarentena, y el agotador intinerario por diversas capitales del mundo.
La víspera de su partida, los astronautas recibieron un último homenaje de Gran Canaria. En el curso de un acto celebrado en el Hotel Maspalomas Oasis, se les entregó a los astronautas el Guanche de Oro.
Esta foto anecdótica se realizó en el transcurso del acto, mientras se les hacia una demostración del foklore Canario.
El Timple. Instrumento musical oriundo de Canarias
José Alemán fue un afamado constructor en la mitad del siglo XX (Santa Brígida), su discípulo Wilfredo Pérez nos relata los entresijos de la profesión.
Otro de los productos de nuestra artesanía canaria es sin duda alguna el instrumento musical conocido en todo el mundo por «timple», la pequeña guitarra como suelen llamarle los de fuera de nuestras ínsulas. En el acompañamiento de las canciones y bailes de nuestro folklore no puede faltar el sonido peculiar del timple. Pero necesitábamos quien nos hablara de este producto de la artesanía canaria. ‘Muchas veces hemos oído nombrar a un gran artesano, don José Alemán, que vive en Santa Brígida, frente o la Iglesia de la Villa. Hacia allí nos dirigimos pero no le encontramos trabajando en su pequeño taller; pero sí, en cambio, nos hallamos con un joven artesano que trabajaba en aquellos momentos en la confección de uno de estos instrumentos: Wilfredo Pérez Ramírez. El sería quien nos diría cuantas cosas quisimos saber en torno a la Fabricación de este instrumento oriundo de las Islas Canarias. Quizás fuera Fuerteventura o Lanzarote de donde saliera por vez primera uno de estos instrumentos. Habría que revolver los archivos para saberlo, pero a nosotros nos bastaba charlar con este joven artesano que lleva 12 años —según nos cuenta— fabricando timples.
—¿Cómo se fabrica un timple? Esta pregunta se la formulamos mientras se halla en plena faena y el nos diría:
En primer lugar se hace la construcción del mástil o brazo, el cual va introducido dentro de una horma o molde, de donde se forma el instrumento poniéndole las partes laterales y traseras. Posteriormente se saca de la horma y, a continuación, se les ponen los refuerzos interiores, tapa armónica, diapasón, lugar donde va Incrustada la escala y el puente. Hemos de poner de relieve que estos timples que se fabrican en los talleres de don José Alemán y Wilfredo Pérez se distinguen de los otros que se ven en los comercios porque llevan un refuerzo o sobretapa entre el diapasón y la tapa armónica. —Tras colocarse los trastes —nos sigue diciendo— ya se comienza a enclavijar y darte el toque final como es el pulirlo y barnizarlo. Mientras hablamos con estos artesanos del timple recordamos la figura de otro maestro natural de la Villa de Teguise. (isla de Lanzarote), Simón Morales Tavío. el más famoso construtor de timples canarios. De ahi que al principio digamos que quizás fuera la isla de los Volcanes de donde salieran las primeras notas del rasgear del timple.
—¿Qué tipo de maderas usa en su construcción? El artesano del timple explica a nuestro compañero Báez Bolaños cómo se construye uno estos instrumentos.
En un timple, salvando la tapa armónica, la misma madera con sus calibres particulares. Por regla general hay muchas clases de madera como son el naranjo, el limonero y muchas otras. Ahora bien, las principales son el nogal, el ciprés y la madera reina que es el palo santo… Entre los virtuosos del timple en muchas ocasiones les hemos oído decir que este o aquel timple tiene mejor sonoridad.
¿Existe secreto en ello? El joven artesano nos contesta:
Exactamente hay secretos. Pero secretos que son consecuencia de la veteranía del artesano, puesto que dos maderas iguales y del mismo peso pueden dar indistintamente sonidos diferentes. Wilfredo es hijo político del gran artesano José Alemán y éste, a su vez, fue alumno de otro gran artesano ya desaparecido, Maestro Angelito.
—¿Qué tiempo se tarda en construir uno de estos instru-mentos?
Cuando se hacen por encargo, unos seis días. Tenemos que aclarar que es una artesanía no rentable.
—¿Sólo se construyen en Ca-narias?
Donde primero se comenzaron a construir los timples en Gran Canaria, fue en Santa Brígida, y el primer artesano mi suegro José Alemán.
—¿Son caros?
Depende de las maderas, desde las 500 hasta las 3.500 pesetas. Nosotros los llevamos directamente hasta los comerciantes y tenemos muchos clientes que vienen al taller.
—¿Cuántos timples se pueden construir en un año?
Unos quinientos.
Mucho ha insistido nuestro interlocutor en las diferentes clases de maderas a emplear en la fabricación del timple. ¿Pero necesitan éstas un trato especial?
El palo santo, que viene desde Sudán y Brasil tenemos que tratarlas con un baño de vapor, al igual que el ébano, quee tamblién se importa de los países africanos y americanos. Las restantes maderas, por el contrario, las tratamos con agua fría. Para unir todas las piezas del timple usamos la cola sintética.
—¿Cara la materia prima?
Resulta cara toda vez que los comerciantes a quienes llevamos nuestros productos no se conforman al venderlos con una pequeña cantidad de ganancia, y nosotros para ganamos el sustento tenemos de venderlos a un precio bastante bajo.
—¿Los fabrican en sistema standar?
Ei único timple que se hace en plan standar se vende en el mercado, y es el procedente de la Península, aunque éste no puede competir con los nuestros por no tener escala regulada, ni maderas aparentes. Es este uno de los motivos del por qué nuestra tradicional artesanía va por un camino muy descendente.
Otro de los instrumentos típicos canarios que fabrican estos artesanos de Santa Brígida es el ukelele. Es mayor que el timple, más chato y con menos curva en la parte posterior de la caja, y además se toca con seis cuerdas.
—¿Qué virtuosos canarios han adquirido en este taller un timple?
Maso, el marido de Mary Sánchez y, Casimiro Camacho.
—¿Y fuera de nuestras fronterás?
Yo los he llevado personalmente hasta Brasil con la intención de introducir éste instrumento en aquellas tierras. Por otra parte, los hemos exportado directamente a Italia, Francia, Venezuela, aunque en pequeña escala.
Otro producto de nuestra artesanía que también es conocido fuera de nuestras fronteras. Pero que debemos tener cuidado no desaparezca, que se les ayude para que Canarias sea la tierra de esa pequeña guitarra conocida por «timple». Complemento de la Isa, Folia o la Malagueña. Y que nos emociona cuando sus cinco cuerdas son acariciadas por unas manos canarías…
Juan F. BAEZ BOLAÑOS. Fotos: Luis TROYA.
El Eco de Canarias 29-12-1973 Pag 13
Artículo obtenido de Jable Archivo de Prensa Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Un Timple de 60 años (14-07-1976)
Son pocas las referencias que se conocen del Timple de principios del siglo XX, este artículo desvela una parte importante:
Los primeros constructores de los que se tiene noticia y los tocadores más destacados de la isla de Lanzarote.
UN TIMPLE DE 60 AÑOS
IGNACIO SIMÓN BONILLA, SU PROPIETARIO, HABLA DE SUS ANDANZAS CON SU PEQUEÑO INSTRUMENTO MUSICAL
En Las Palmas de Gran Canaria nos hemos tropezado con un paisano, que lleva residiendo en la isla aproximadamente unos 56 años. Es conejero de tierra adentro, de pura cepa… Su único acompañante cuando hizo las maletas, fue su «timple» que aún a pesar de los años transcurridos conserva en su casa, como una auténtica reliquia, como recuerdo imborrable de una juventud allá por los años 1915 al 1920, como objeto —quizás— de añoranzas; él lo ve día a día y siempre —según nos dice— está exactamente igual, no cambia en el devenir de los tiempos… pero es un timple con mayoría de edad y que por aquella época, le había cos-tado 5 PESETAS, un duro de plata. Nació don Ignacio Simón Bonilla, a principios de siglo, por la zona de la Peña del volcán de don Luis en Tiagua (Volcán nuevo). Luego, años más tarde, pasó a vivir a la villa de Teguise, donde a los ocho años ya hacía sonar el timple; aprendió a tocar solo, rasgando las cuerdas, de un viejo timple que le había regalado su padre. Hablamos con el señor Simón.
—¿Había grupos folklóricos por aquella época?
Por aquel entonces, no habían grupos. Se reunían 4 ó 5 amigos y formaban una parranda para luego ir a tocar a los-«bailes de candil».
—¿Puede explicarnos cómo eran los «bailes de candil»?
En Teguise, los bailes de candil se hacían en casa del señor Manuel Reyes «Corujo» y también en la casa de Gabriel Luz. Se tocaba con timple, gui-tarra y bandurria, comenzaban a las nueve de la noche y terminaban a las 4 de la madrugada, hora en que salíamos a dar «serenata» por todo el pueblo, llevábamos una botella de «caña»… Los hombres, durante el baile, esperaban fuera del salón, hasta que le llegara el turno de pasar a bailar: A mí particularmente los más que me gustaban, eran los bailes que se hacían en Tiagua, en el Casino de don Víctor Cabrera. También más tarde don Frasco Morales, en Tiagua, hizo otro casino nuevo, que estaba frente a la «cancela del Cortijo del Patio».
—¿Qué nos puede decir sobre la denominación del timple?
Bueno, de eso le puedo decir que había gente que le llamaba «Tiple», pero la mayoría le llamábamos Timple.
-—Por aquellos años, ¿quién construía los timples?
El más conocido era el señor Morera, de Arrecife, y luego, años más tarde, Simón Morales, en Teguise.
-¿Había buenos tocadores?
Que yo recuerde, los mejores eran don Ángel y don Melquíades Spínola, que tocaban la ‘bandurria y la guitarra y maestro Simón Bonilla (padre), haciéndolo con la guitarra y de primera voz.
—¿Qué otras manifestaciones musicales habían?
Estaba la banda de música y los «ranchos floridos».
—¿Nos puede hablar sobre ambos?
Sí. Bueno, la banda de música, era con instrumentos de viento y estaban para acompañar a las procesiones religiosas de las fiestas de los pueblos; también tocaban en las plazas públicas y en los «paseos». Tenían muchos componentes y el director por aquellos años era don Ángel Spínola, Salvador Jiménez tocaba el cornetín y bajos, Domingo Robayna la trompa. Segundo Perdomo y Bernardo Méndez tocaban el clarinete, Rafael Díaz lo hacia con el trombón, mi hermano Santiago muchos más, que ahora no recuerdo.
—Y sobre los «ranchos floridos», ¿qué nos puede decir?
Eran parrandas, que cantaban por Pascua, el «Santo Domingo», «endechas», «divinos» y «corridos». Habían varios «ranchos» en Teguise, pero el más destacado era el de Manuel Gallego, señor Pepe García, Manuel y Saturnino Reyes y varios chicos. Este «rancho» es el que tocaba en las «misas de luz». Nochebuena que era cuando le brindaban al «niño» sus canciones, iban vestidos con atuendos de pastores. Terminaban con el día de Reyes cuando corría la estrella (dentro de la iglesia) y que la hizo don Pedro Ramírez. También eran muy buenos, los «ranchos floridos» de Tao que estaba dirigido por el «Cabo Morales» y el de Los Valles.
Dejamos ya la conversación con nuestro paisano porque lo encontramos un poco cansado y no queremos molestarle más. El señor Simón, nos ha hablado de «los ranchos floridos», «bailes de candil», «banda de música» y variadas manifestaciones que por los años veinte, se daban en la villa de Teguise, en Lanzarote.
JESÚS M.» PERERA
El Eco de Canarias 14-07-1976 Pag 12
Artículo obtenido de Jable Archivo de Prensa Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Protagonistas: Antonio Corujo.
Imágenes obtenidas con fines de divulgación y promoción del timple.
Autoría: http://www.proyectotimple.com
Foto inédita: Taller Simón Morales Tavío con sus hijos.
Descripción: Familia del artesano Simón Morales Tavío en su taller de Teguise. De izquierda a derecha: José Antonio Morales Hernández, Simón Morales Tavío, Pancho Morales Hernández , Esteban Morales Hernández (Juanele), Simón Morales Hernández.
Año: 1950-1960
Municipio: Teguise.
Propietario: Archivo privado de Daniel Morales Pérez.
Estado de conservación: Diapositivas en buen estado.
Imagen usada con fines de divulgación y promoción del timple.