En un pequeño taller de La Cuesta con olor a madera y a trabajo, el ebanista y artesano Agrícola Alvarez pasa los días creando instrumentos, creando con esmero y “cariño” sus timples y sus cuatros, el instrumento de cuerdas popular de Venezuela. Con tan so lo 14 años, recuerda Agrícola, realizó su primer timple —del que aún conserva su brazo— y desde entonces no ha parado de construir “siempre de una forma artesanal” sus instrumentos. Y ahora, 61 años después de haberle dado “la vida” a su primer timple, el creador asegura que “si contara todos los timples que he hecho a lo largo” de su vida, “la lista sería interminable”.
“La carpintería no pasa por buenos momentos al igual que la artesanía, ya que muchas piezas ya vienen hechas de fuera y salen más económicas”, explica Alvarez. Y por ello, dejó de lado este campo profesional para dedicarse por completo a la construcción de sus timples. Al principio empezó “vendiendo poco a poco a unos amigos” para pasar posteriormente a dispensar a algunas tiendas de música, aunque tanto de una forma como de otra “no es fácil vender timples debido a que la artesanía está poco protegida en las Islas” y a que la gente no valora el precio de estos trabajos.
Además de artesano, Agrícola Alvarez, que sostiene que “la música es gloria”, fue concertista junto a su hermano, una labor que le llevó a recorrer todas las Islas con su timple e incluso tiene una grabación con Francisco Feria que lo acompaña con su cuatro. Sin embargo, desde que falleció su hermano —con el que se fue hasta Venezuela a vender sus propias guitarras— no ha vuelto a tocar. Así que ahora se dedica exclusivamente a crear sus timples, instrumentos que asegura que “si se cuidan bien podrían durar toda la vida”. “Un timple de estos no se termina en una semana, ya que están muy elaborados y están todos hechos a mano, incluso el barnizado es a muñeca”, agrega. El artesano que aprendió de forma autodidacta esta profesión. Además de una buena presentación un timple ha de tener una buena sonoridad, una característica que al principio el instrumento no tiene —puesto que aún “está sordo”— pero “a medida que se va tocando se va haciendo al sonido al irse soltando la tapa armónica”. En cuanto al sonido, matiza que siempre es diferente: unos tienen un sonido claro, otros lo tienen bronco. “Es muy dificil sacar dos timples con el mismo sonido”, señala a la vez que reconoce que el sonido que más “gusta a los tocadores es el aterciopelado”. Pese a la escasez de compradores de instrumentos típico, Alvarez dice que el folclore “cada vez va teniendo más auge, mas aceptación” aunque cree que “hay pocas escuelas que enseñen a tocar el timple”.
Documentación obtenida de Jable. Archivo de prensa digital de la ULPGC.